Mi firme convicción es que "vender es ayudar". Creo que cuando priorizamos nuestro propio interés financiero sobre el servicio auténtico, especialmente en mi campo de trabajo, perdemos una parte importante de nuestra humanidad. Los vendedores no deberían perseguir ventajas personales, sino que deben vender con la firme convicción de que están contribuyendo al bienestar de otras personas al ofrecer productos y servicios, como en el caso de los planes funerarios. Estoy seguro de que, al hacerlo, las recompensas personales llegarán por sí solas.
Cuando abandonamos las prácticas egoístas y materialistas en las ventas, y dejamos de ver a los clientes como simples oportunidades de ganar dinero, logramos un cambio significativo. En lugar de aprovecharnos de sus vulnerabilidades, nos enfocamos en servir, ayudar y asesorar con sinceridad. Es entonces cuando el éxito llega de forma natural, y la prosperidad económica se convierte en una recompensa adicional. Además, nos convertimos en mejores personas cada día, con la bendición de Dios.
Es importante comprender que el primer paso consiste en hacer las cosas con la misma dedicación que si las hiciéramos para Dios. Esto no solo nos permite crecer personal y profesionalmente, sino que también nos capacita para brindar un bienestar genuino a los demás.
El acto de prestar servicio está arraigado en el corazón del verdadero cristiano. Jesús, cuando estuvo en la tierra, afirmó que había venido no para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos (Mateo 20:28). Su vida contrasta fuertemente con la actitud egoísta y ambiciosa de muchas personas en la actualidad, quienes a menudo pasan por alto las necesidades de los demás. A través de su ejemplo de servicio, Jesús estableció el modelo perfecto que todos sus seguidores auténticos debemos seguir, especialmente en nuestra profesión funeraria.
Atentamente,
Ernesto Antonio Rancurello Rojas
Asesor Social de Servicios Funerarios.